En las culturas tradicionales de México, se
hablaba de la ciudad celeste, una ciudad que se encontraba habitada por los
Dioses, aquellos que fueron los antecesores del hombre, estas familias no son históricamente
hablando, los antecesores de la humanidad sino que tal genealogía supone la construcción simbólica de una
familia ancestral.[1]
Federico Gonzalez afirma que algunas etnias han tomado algunas
costumbres.
“Actualmente
los grupos Triquis, comunidad cerrada y tradicional de Oaxaca veneran a sus
antepasados, a su 'linaje', al que entroncan directamente con la ciudad celeste,
u otro mundo donde viven, venerándolos especialmente el día de los difuntos
cristianos. La ciudad celeste es un espacio distinto, un país que coexiste con
el nuestro, una patria de cuerpo espiritual en donde habitan los dioses, y los
difuntos. Una realidad impalpable que ya conocían los egipcios”
Gonzalez cita a Hermes Trismegisto, en el Corpus hermeticum, una frase que dice: “¿Ignoras, oh tú Asclepio, que Egipto es la
imagen del cielo y la proyección en este mundo de todo el ordenamiento de las
cosas celestes?"
Estas culturas, son conscientes que son descendientes del
reino celestial, y tal pensamiento ha perdurado a través del tiempo, para
Swedenborg, el lazo que une a estos pueblo con el mas allá, es la razón que cimenta
la vida tribal, su mundo terrenal es
para ellos el reflejo menos perfecto del reino celestial. Es de igual manera la
India para los hindúes y el Celeste Imperio para los chinos, estos hábitos culturales
son el denominado de un arquetipo debido a la universalidad que se extiende en
distintos pueblos, como también el culto hacia los ancestros.
Es conocido que el Mito es el génesis, que es universal en
la mayoría de las creencias, donde se acude a algo desconocido para construir
el fin, por la intervención del ritual, y por medio del símbolo que lo revela,
encontramos la puerta a reino celestial, la cosmogonía es la verdad especulativa
que está solamente en el presente. El chamán es un puente, es el hombre elegido
para unir el mundo conocido con lo desconocido.[2]
El Mito pertenece a otra realidad y a otro tiempo, solo hay vestigio de el, en el símbolo y se hace permanente en el significado del ritual, esto conlleva a la contemporaneidad del mito, por lo que el alma re-genera.
El Mito pertenece a otra realidad y a otro tiempo, solo hay vestigio de el, en el símbolo y se hace permanente en el significado del ritual, esto conlleva a la contemporaneidad del mito, por lo que el alma re-genera.
El Popol Vuh es un libro del pueblo
maya-quiché, el cual lleva escrito “génesis”
y además de rituales. Los relatos cosmogónicos son el esfuerzo de
registrar la tradición oral, estas costumbres tal parece son comunes en la
mayoría de los pueblos indígenas de Mesoamérica; Gonzalez lo describe como las
similitudes arquetípicas, y resalta que el rito que se encuentra en las
culturas de todo el mundo, es la invitación al hombre a la limpieza espiritual,
con el fin de alcanzar a un nuevo ser. Encontramos
en la historia de la cultura las manifestaciones jeroglíficas, la tradición oral,
y el libro sagrado, que han hecho parte de la naturaleza arquetípica del
pueblo, en el Popol Vuh la transmisión
oral de su contenido, como la danza y toda la teatralidad componían el ritual
sagrado.
Gonzalez divide la
lectura del mito en tres categorías, a (cosmogónica, ontológica, metafísica) b
(psicológica, emotiva) y c (naturalista, emotiva, motora) él afirma que esto no
interfiere, y por lo tanto cada uno tiene un lenguaje directo para cada quien.
El Popol Vuh alguna vez fue memorizado por
todos, pero en la actualidad sus rituales se practican en forma fragmentada en
algunas zonas de Guatemala. Gonzalez concluye exaltando el poder de la tradición,
donde la luz hace su aparición,por consiguiente de cuatro creaciones sucesivas surge en el quinto sol el hombre moderno [3].
[1] De
igual modo, la genealogía de los incas, que ha sido estudiada sagazmente por
Imbelloni. Asimismo las fechas y los hechos señalados en los jeroglíficos mayas
tienen carácter simbólico, sin dejar por eso de ser históricos. Se trata de
historias míticas y mágicas de sentido cíclico-rítmico expresadas de manera
ritual y de modo mnemotécnico. La historia y la geografía sagrada han sido
propias de todos los pueblos tradicionales. Sin ir más lejos recordemos las
genealogías bíblicas, las edades y acontecimientos que allí se narran, y los
lugares geográficos-simbólicos presentes en los mitos griegos.
[2] "En
las tierras bajas tropicales de Centroamérica, al igual que en determinados
lugares de África y Asia, tales individuos (los reyes-chamanes) fueron
considerados de origen divino porque era creencia cierta que descendían en
línea directa de los dioses fundadores de la sociedad, los primeros padres u
hombres creados; la historia de esos antepasados era narrada en los mitos y sus
nombres mencionados en las inscripciones como fuente de la legitimidad de la
dinastía". Miguel Rivera Dorado. La Religión Maya, Alianza Universidad,
Madrid, 1986.
[3] Gonzalez nos muestra la similitud de una cultura que estuvo separada del viejo
mundo, y a pesar de ello comparte muchas de las costumbres del pueblo hebreo,
los grecorromanos y el budismo-hinduismo. Esto es lo que dice en sus palabras “Pero lo verdaderamente interesante es que
para una mentalidad arcaica eso está sucediendo siempre, o sea en este mismo
momento, por lo que aquella creación arquetípica que narra el mito no es sino
una realidad viva ahora, de la cual la naturaleza misma de los fenómenos, seres
y cosas nos habla constantemente”.
Para mayor información: http://americaindigena.com/18mitologiaypopolvuh.htm#n2
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