Nicolas Barrera
El cuerpo como tema del arte es
evidentemente expuesto por los artistas colombianos como una forma de crítica ante
los malestares de la violencia, al ser este demasiado vulnerable, es propenso a
manifestar el sufrimiento con marcas; es el cuerpo la expresión material de los
seres y en tanto así la forma exterior de la que nos valemos como justificación
para generar arte. Reconocemos el cuerpo como la cara visible de los hombres y
mujeres, de quienes no pueden ofrecernos un dialogo, de aquí que los autores colombianos
se sensibilicen de éste y encuentren en él una narrativa legible por sí mismo.
En concordancia con el cuerpo como testigo y expresión,
se encuentra la obra de Miguel Ángel Rojas con El David-Quiebramales y Libia Posada con Signos Cardinales, solo por nombrar dos obras que comprometen la
realidad del país y su proyección en el cuerpo. En el 2004 fue expuesta la fotografía
nombrada popularmente como El David,
en esta escena el artista Miguel Ángel Rojas ha propuesto una imitación de la célebre
escultura del artista Miguel Ángel Buonarroti, en la escena se percibe un joven
soldado mostrado como guerrero y con gran fortaleza a pesar de haber perdido su
pierna izquierda, por causa de las minas antipersona.[1]
Continuando con las piernas como soporte del cuerpo, como lo revela Rojas, en donde
afirma que esta idea fue lo que le inspiro a crear su obra, se encuentra del
otro lado Libia Posada con signos cardinales.
"Son los retratos de algunas personas. Son
los retratos que están armados desde sus piernas porque es el lugar del cuerpo
que les ha permitido salvar sus vidas”…
En
las piernas marca la ruta que tomaron doce mujeres campesinas, quienes fueron
obligadas a dejar su tierra por culpa del conflicto.[2]
Para Libia, estas marcas cartográficas sumando el acompañamiento que ella hace
al escuchar las distintas historias, les devuelve la dignidad a las víctimas.
Es en el sentido de las experiencias del cuerpo que lastimosamente el
espectador puede acceder a las realidades inadvertidas que vive Colombia, tanto
Libia como Miguel Ángel pudieron encontrar un lenguaje que acercara a las víctimas
con el artista, y en consecuencia una aceptación positiva por parte de los
afectados, lo que indica una verdadera dignificación.
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