El hombre está constituido de tal manera que no puede subsistir sin contar con un señor, puesto que de lo contrario coartaría la libertad del otro. Por esa causa los hombres se ven obligados a elegir un jefe. Pero este jefe no puede ser tomado de entre una clase más eminente de criaturas. Se trata de un hombre que en principio precisaría, a su vez, de alguien por encima de sí, y así continuamente, por lo que la justicia y el poder quedan depositados en manos de un hombre. La Ley exigiría que un hombre semejante fuera justo en grado sumo. ¿Es posible tal cosa?
Antropología Práctica, Immanuel Kant
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