Durante los años de la Primera Guerra Mundial, Izhevsk producía más de 2.000 fusiles al día, y solo desde 1914 hasta 1918 suministró al ejército casi un millón y medio de unidades.
La fábrica sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y después de ella comenzó a dedicarse a un nuevo ámbito de actividad: la producción de fusiles de caza, que hasta hoy en día se consideran los mejores en Rusia. El fusil de Mosin se convirtió en uno de los principales tipos de armamento del soldado soviético en la Segunda Guerra Mundial.
La fábrica alcanzó su máximo esplendor en la posguerra, cuando el ingeniero Mijaíl Kaláshnikov comenzó aquí la producción de su legendario fusil, que se comenzó a fabricar en serie en 1949. El fusil Kaláshnikov fue durante muchos años el símbolo de la fábrica. En su honor recibió esta su nombre actual: Consorcio Kaláshnikov, la mayor empresa de producción de armas de tiro de Rusia que exporta su producción a 30 países del mundo.
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