El fenómeno de la peregrinación constituye un aspecto fundamental de todas las religiones, representa una experiencia universal que ha sido enriquecida por la historia y la cultura de los devotos y fieles que la realizan. En todos los rincones del planeta se vive o se ha vivido la necesidad de peregrinar: en Benarés (India), la montaña de T’ai’-shan (China), Lhasa (Tíbet), Shikoka (Japón), Karnak (Egipto), Jerusalén (Israel), La Meca (Arabia Saudita), Delfos (Grecia), Roma (Italia), Santiago de Compostela (España), Yasna-Gora (Polonia), Fátima (Portugal), Lourdes y Chartres (Francia), Guadalupe (México), etc., son lugares sagrados que han sido o son grandes centros de peregrinación y dan testimonio de una necesidad existencial de la condición humana en el aspecto religioso.
La peregrinación en el Perú es un ejercicio o práctica que incluye súplica, arrepentimiento y oración, cualidades propias del sentir cristiano, el comportamiento de las personas que acuden a las peregrinaciones por lo general implica un extraordinario desplazamiento de estas actitudes y sentimientos. Además de ser un instrumento práctico, porque al acudir anualmente a la peregrinación durante varios años, hacer una donación importante a la iglesia o a la Hermandad, se espera obtener una gracia, un milagro, una recompensa por el esfuerzo desplegado. El objetivo sagrado es un rasgo característico de la peregrinación, el santuario es el mediador entre el cielo y la tierra y las figuras centrales de veneración son Cristos y vírgenes. Estas imágenes son algunas, verdaderas obras del arte colonial y permanecen allí durante todo el año, en el silencio de sus altares, esperando a sus devotos para otorgarles su gracia y bendición..
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